El “MISTERIO” según Reinhold Messner.
Recientemente han sido galardonados con el premio Princesa de Asturias Reinhold Messner y Krzysztof Wielicki. Ambos alpinistas, de reconocida trayectoria, han sido objeto, dada la importancia del premio, de numerosas entrevistas e informaciones que han aparecido publicadas en varios medios de comunicación. De entre ellas, destaco, por diferentes razones, dos publicaciones:
– EL PAÍS. Óscar Gogorza: Reinhold Messner: “El alpinismo de hoy es cada vez más turismo”
– El Confidencial. Pedro Gil. Por qué el alpinista Krzysztof Wielicki no se merece el Princesa de Asturias.
Reinhold Messner afirma, cuando le pregunta Óscar Gogorza si el alpinismo del siglo XXI es tal y como lo esperaba, lo siguiente:
«“Con el alpinismo no se puede decir si algo es equivocado, o si es mejor o peor… Cada individuo tiene el derecho de realizar cualquier actividad relacionada con el mundo de la montaña. Hoy en día, el alpinismo cada vez se acerca más a un deporte, cada vez se escala más en rocódromos, usando agarres de resina… y en cuanto al alpinismo al aire libre, sencillamente es, cada vez más, turismo, está deslizándose al turismo. En España, el alpinismo se conoció más tarde, puesto que esta actividad nació y creció en los países del arco alpino. Lo que ocurre ahora es lo siguiente: una persona puede escalar a menudo y no tener ni la menor idea de lo que significa el alpinismo. En Tokio, por ejemplo, existen 800 rocódromos [salas de escalada] a los que acuden a diario miles de personas que disfrutan del ejercicio de la escalada, pero no del alma del alpinismo”».
Desde mi experiencia como entrenador, -durante más de veinticinco años en deportes no relacionados con la montaña-, puedo afirmar que en numerosas ocasiones me he encontrado con individuos que después de unas cuantas sesiones de entrenamiento, ya consideran estar en condiciones de disputar el título de los pesos pesados a Anthony Joshua o ¿por qué no? jugar un torneo de tenis con Rafael Nadal o competir la Maratón a Eliud Kipchoge. En estos casos, tarde o temprano, la realidad pone a cada uno en su sitio sin mayores consecuencias para su integridad física. Ahora bien, en la actualidad, gracias al mercantilismo y a la pérdida de valores, la montaña se ofrece a cualquier persona que disponga de suficientes recursos económicos como para emprender la aventura. La preparación técnica, mental y física, pasan a un segundo plano y consecuencia de ello, hay un incremento considerable de accidentes en la montaña.
“El turista acude a aquellos lugares donde ya está montada una infraestructura que le permita alcanzar sus objetivos”. Reinhold Messner
Por lo que a mí se refiere, mis objetivos están a poca altitud. Soy lo que podría definirse como un turista de sendero y siento un profundo respeto y admiración por los que, como Messner, han conseguido hollar las cimas más altas de la tierra. Y sin boxear como Joshua, ni jugar como Nadal, ni correr como Kipchoge, ni mucho menos escalar como Messner, disfruto con plenitud de estas y otras actividades en mi vida cotidiana. A mi manera, sin “jugarme” el físico o hacer que otros lo arriesguen por mí, también encuentro el “misterio” al que se refiere en la entrevista Reinhold Messner.
Por otra parte, la publicación de EL Confidencial me ha hecho reconsiderar la buena opinión que tenía de Krzysztof Wielicki. A groso modo, -aconsejo leer el artículo original-, se relata lo siguiente:
«Alberto Ayora es coronel del Ejército de Tierra, miembro del Grupo Militar de Alta Montaña (GMAM) y responsable del Comité de Seguridad de la Federación Española de Montaña y Escalada (Fedme). Esta es la historia.
El 24 de julio de 2006, tres miembros del GMAM y uno del Club Pirineísta Mayencos de Jaca alcanzaban la cumbre del Gasherbrum II. Un pico de 8.035 metros situado en la cordillera del Karakorum, en Pakistán. El líder de la expedición española era el entonces comandante Ayora y coincidieron con una expedición polaca dirigida por Krzystof Wielicki. Alberto lo recuerda así: “El día de ataque a cima me encontraba bien y llegué el primero, junto con Wielicki. Serían las 8:30 de la mañana y esperamos a que subieran los demás. Nos hicimos las fotos de rigor. Unos de los míos, el cabo 1º Quico Borja, un asturiano fortísimo que ha hecho las cuatro caras del Naranjo en tiempo récord, abrió buena parte de la ruta pero llegó un poco tocado a la cima. Decidimos bajar, cada uno a nuestro ritmo. Era una hora muy buena, sobre las 10:30. Yo me adelanté con Javier Dumal, del Mayencos. El capitán Fernando Yarto bajaba con Quico, más despacio. Estábamos en contacto con los walkies. Hay una pala de nieve muy delicada al inicio del descenso”.
“Cuando llegamos al C4 suena el walkie: Mi comandante, Quico se ha caído y no se mueve. Voy a intentar llegar a él para ver qué tiene”. Era la voz del capitán Yarto, la que comunicaba el incidente. Los dos estaban a unos 7.850 metros. Muy alto. Ayora había llegado al C4, a unos 7.400 metros, donde se encontraba también Wielicki. Y le pide ayuda. “Le digo que uno de mis hombres ha tenido una caída. Es necesario que avise a los miembros de su expedición para que nos ayuden”.
“Yo escuchaba a Wielicki hablar por la radio. Por mi parte, comunico con el capitán Yarto y me confirma que está con Quico y que se queja del cuello y de un tobillo. No puede bajar sin ayuda. ¿Y los polacos?”. El capitán le dice que los ve, que les está gritando, pero no se acercan. “Le vuelvo a preguntar a Wielicki si ha avisado a los suyos. Me lo confirma”. Pasa el tiempo y el capitán Yarto informa que los polacos se han ido. Son casi las 14 horas. Hay margen, pero se ha perdido mucho tiempo.
Cuando Ayora está asimilando la situación, Wielicki se acerca y le dice que “cada expedición tiene que saber rescatar a los suyos, coge de aquí el material que necesites y rescata a tu gente” “¿Pero… no me vas a ayudar?” le inquiere Ayora “No, reitera Wielicki, cada uno tiene que rescatar a los suyos”. En el C4 estaba un médico polaco que había llegado el tercero a la cumbre. “Me fui hacia él y le dije: ¿Tú que eres médico tampoco vas a venir a ayudarme? Yo subo con lo que sea necesario, pero acompáñame.” El comandante Ayora cogió el doble techo de una tienda, una esterilla, un saco de dormir, un poco de comida y una cocina. La cuerda, un botiquín. “El médico salió conmigo y a los 5 minutos se dio la vuelta.”
Volví a subir, me acordaré toda mi vida. Estaban los dos abrazados. Ya serían las 19 horas y les digo: de aquí bajamos los tres o no bajamos ninguno. De aquí vamos a salir.” Ayora había dejado la mochila a unos 7.700 metros, en un pequeño collado, y entre el capitán Yarto y él cogieron al cabo 1º Quico Borja y a hombros “poquito a poquito, fuimos bajando con mucho cuidado. Montamos el vivac y pasamos la noche que te puedes imaginar. Los tres abrazados picha-culo-picha-culo. Al día siguiente, por un pequeño corredor fuimos descolgando con la cuerda a Quico. Según perdíamos altura, él se encontraba mejor.” El resto es una historia con final feliz. “A los tres días llegamos al Campo Base y nunca he llorado tanto. Todos lloramos”.
¿Y Krzystof Wielicki? ¿Se interesó por los españoles? “A los pocos días de llegar al Campo Base tuvimos la visita de un oficial de enlace pakistaní; los polacos le enviaban para reclamarnos el material que había cogido en el C4.”»
… ¿De verdad merece Krzystof Wielicki el Princesa de Asturias?