¡TRASHUMANCIA!
Todavía recuerdo el momento en el que tomé esta foto. El lento caminar de las ovejas sobre la tierra seca al atardecer levantaba el polvo, generando una atmósfera cargada de misticismo. Y es que mucho he aprendido en los últimos meses sobre educar la mirada y jugar con la luz. No obstante, a los animales de acción, no solo nos vale escuchar. Para documentar, necesitamos pisar, oler, tocar… Por ello, aprovechando la buena voluntad de mi amigo Manolo Morán y familia, decidí acompañarlos en su recorrido anual desde el páramo leonés hasta los puertos estivales de la comarca de Babia, que lindan con la vecina Asturias. En un principio, fue la faceta aventurera lo que me atrajo motivada por espectaculares paisajes, la dura climatología y una exigente condición física. Sin embargo, ha sido la convivencia lo que lo ha convertido una experiencia única. Porque la historia de las cañadas y veredas, ante todo, es humana. Entre pastores, he sido “el Niño”.
Jorge Arévalo Rodríguez