Cuando a Mallory le preguntaron, al salir de unas conferencias, por qué quería subir al Everest se dice que respondió < Porque está ahí ˃
EN EL SILENCIO
WADE DAVIS
Con algunos libros pasa como con los buenos vinos: ¡mejoran con el tiempo!.
Echas la vista atrás y con placer recuerdas algunas obras que, a través de los sentidos, te han hecho vivir en otra época. Esta es una de ellas.
La sinopsis que viene en su contraportada dice lo siguiente:
“EN EL SILENCIO recrea la historia definitiva de lo aventureros británicos que tras sobrevivir a las trincheras de la 1ª Guerra Mundial, siguieron jugándose la vida con el ascenso al Everest…”
No por cierta, esta afirmación está a la altura del relato: El libro, además de recrear la 1ª Guerra Mundial, te traslada a las trincheras y te hace padecer la nostalgia, el frío, el hambre y el temor de los soldados … La angustia se apodera de tu corazón que notas aprisionado bajo el yugo de la guerra. Y es en ese momento, cuando la narración te da un respiro y deriva hacia lo que Mallory llamó “la cima de nuestros deseos”, el Everest. “La más alta de las montañas que representa una severidad tan terrible y tan fatal que los hombres sabios hacen bien en pensar y estremecerse en el umbral de su elevada empresa”.
En la actualidad, son muchos los montañeros que con éxito se han enfrentado a la inmensa pirámide, robándole parte de su misterio. Una intimidad, que a principios del s. XX, se veía representada hasta en la forma de encarar el problema de la altitud:
“El botánico Joseph Hooker, uno de los científicos prominentes del siglo XIX, describió la enfermedad en términos muy simples, pero gráficos. A partir de los 4.000 metros, anotaba, era como si se llevara medio kilo de plomo en cada rótula, un kilo en el estómago y una argolla de hierro ajustada en la cabeza”.
…”El 6 de junio de 1924, dos hombres salieron de un campamento encaramado a 7.000 metros en un saliente de hielo, bajo el borde del collado Norte del Everest. George Mallory, de treinta y siete años, era el mejor alpinista de Gran Bretaña. Sandy Irvine, de veintidós años estudiaba en Oxford y tenía poca experiencia en la montaña”…
¿Hollaron la cima?…
Me parece interesante, lo leere!
Seguro que no te defrauda